CASO VANZINI

LA CULPA ES DE SHAKEASPEARE

 




Muy pocas personas en la provincia de santa Fe conocerán el nombre de Eugene Schieffelin. Y seguramente el Sr Schieffelin quizás haya escuchado muy poco sobre Argentina.

Eugene Schieffelin fue un  farmacéutico ,aficionado al teatro y admirador de Shakespeare. Schieffelin había emigrado a Estados Unidos desde Alemania y uno de los objetivos de su vida era que había que llevar al Nuevo Mundo todas y cada una de las especies que menciona Shakespeare en sus obras.

Dicen que por Shakespeare mucha gente hizo muchas cosas extrañas. Por ejemplo, se conoce la historia de un hombre  que estaba tan obsesionado por interpretar un papel en alguna obra del Old Vic Theatre que donó su cuerpo para que -una vez muerto- usasen su calavera en la famosa escena de Hamlet . También leí  que un  señor de Yorkshire le puso a sus  tres hijas los nombres de las hijas del rey Lear; si uno piensa lo que le hicieron a Lear sus hijas, el hombre presume de una  temeridad asombrosa.

Quienes estudian la obra del  bardo de Avon, sostienen que  por lo menos cita en sus obras  unas sesenta especies de aves. Desde el búho que da las buenas noches a Lady Macbeth al halcón que Hamlet  escucha  quejarse  cuando sopla el viento del sur, o la discusión que tienen Romeo y Julieta sobre si es la alondra o el ruiseñor quien los despierta despues de  su primera noche de amor.

Pero hay una línea en Enrique IV la  que acabaría provocando una catástrofe en Rosario. En el primer acto, Hotspur dice que, para atormentar al rey, va a enseñarle a decir el nombre de Mortimer a  un estornino, su gran enemigo, para que se lo repita a todas horas. Hotspur no llega a tener un estornino ni Shakespeare vuelve a mencionar a este pájaro en ningún otro sitio, pero esa línea sirvió para que una fria mañana de marzo  de 1890, el Sr  Schieffelin  liberará  sesenta especímenes de estorninos en el Central Park de Nueva York. Y, para asegurarse, un año después liberó otros cuarenta.

Ahora, solamente en América del Norte, hay alrededor de 200 millones de estorninos.

Quizá resulte una novedad  para el lector enterarse  que los estorninos fueron apreciados como aves de compañía y si son recogidas como polluelos pueden adecuarse a la vida en cautiverio y llegar a imitar sonidos y palabras.

Cuenta la historia que el 27 de mayo de 1784, Wolfgang Amadeus Mozart conoció en una tienda vienesa a un estornino del que  disfrutó de su compañía durante tres años. Tras la muerte del animal, el genio de Salzburgo le dedicó un fastuoso funeral y le escribió un hermoso epitafio

Hoy los estorninos están en todo el mundo, y en casi todos lados es una plaga muy difícil de controlar . También son un peligro en los aeropuertos y, en una ocasión al menos, provocaron que un avión se estrellase al despegar del de Boston, causando sesenta y dos muertes . Hay noticias de algunos lugares de EEUU en donde los estorninos hicieron nido en tractores, haciendo que estos se incendien al arrancar el motor. Incluso pueden producir cortes en la red eléctrica por el peso que una bandada entera puede ejercer sobre los cables de alta tensión.  Y después está el tema sanitario. Sys excrementos  concentran numerosos patógenos, convirtiéndolos en transmisores de enfermedades como la histoplasmosis, la toxoplasmosis, la gastroenteritis por Samonella o E. coli, y otras tantas

En distintos lugares del planeta, las medidas para controlarlo se han vuelto cada vez más radicales y se le ha declarado la guerra. Nada parece resultar y las poblaciones no logran controlarse.

Nunca habrá imaginado  Shakespeare que su  brevísima mención ornitológica tuviese las consecuencias que tiene en todo el planeta. Menos que  la admiración de un farmacéutico alemán se convirtiera en una plaga de proporciones bíblicas.

 


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